Sistemas empáticos. Mar Ramón Soriano
Esta exposición forma parte del proyecto Activar a mirada. Des-ordenar o pensamento en el que participan, a lo largo del curso 2021-22, las artistas Isabel Flores, Monica Mura, Basilisa Fiestras y Mar Ramón Soriano y que supone un nuevo ciclo expositivo para la sala, perteneciente a la Universidad de Vigo. Este proyecto busca poner de relieve la creación contemporánea realizada por mujeres desde una perspectiva diversa, crítica y reflexiva.
Mar Ramón Soriano basa su investigación y práctica artística en la exploración de los elementos cotidianos, a los que otorga nuevos significados para llamar la atención sobre sus posibilidades expresivas y conceptuales, incorporándolos a otros materiales como la cerámica y el textil. Sus obras se plantean como un ensamblaje continuo donde el diálogo entre lo blando, lo duro, lo conocido y lo extraño conforman un conjunto que pretende hacernos cómplices de nuestro propio cuerpo. Sistemas empáticos, está compuesta en su totalidad por obra de nueva producción en la que no solo se persigue el resultado final sino también el valor procesual del trabajo, de ese enfrentamiento con el material, principalmente cerámico, convertido en un juego de búsquedas y hallazgos.
Mar Ramón Soriano busca reforzar los vínculos sujeto-objeto desde una perspectiva que suprime las jerarquías y cuestiona la habitual posición protagónica del ser humano frente al resto de elementos que le rodean. Apuesta por el contacto con la materia en una clara cercanía hacia lo artesanal que tiene en el cuerpo uno de sus pilares principales. Jugando con lo denso y lo liviano, la repetición de estructuras y la preferencia por formas circulares, orgánicas, dan sentido a un tipo de proceder en donde la empatía ocupa parte del planteamiento plástico y conceptual. Círculos que componen nuevas entidades, estructuras pertenecientes al ámbito doméstico (agarres de bañera, de toalla, de papel higiénico…) ven alterado su escenario (aunque mantienen muchas veces su función de amarre o pilar) al situarse al servicio de un ejercicio tan poético como artístico de conexiones entre elementos.
La cerámica, robusta pero frágil, reposa muchas veces sobre estructuras ligeras y maleables persiguiendo una estética de contrastes. En ocasiones se encuentra como suspendida y entonces desvela su levedad. También se deja acariciar por el tejido, cuya dulcificación en torno al universo femenino en la historia del arte más canónica permite ahora reivindicarlo de otro modo para pensar el cuerpo como algo andrógino y abierto. Conectando con la presencia de lo corpóreo se plantea también el uso del color; una paleta de tonalidades carnes, rosadas y crudas aluden al cuerpo arrojando una sensación agradable, hábilmente matizada con otras formas o intensidades cromáticas que conviven con cruces más agresivos. La composición global presenta así un perfil instalativo donde las obras se adaptan a la arquitectura empleándola como un nuevo punto de apoyo o forzando las formas para expandir las esquinas y sus aristas redondeadas. Pero son, en última instancia, las personas visitantes quienes escenifican el relato y fomentan que todas estas relaciones funcionen. Son los nuevos cuerpos que miran, recorren y activan la obra.
